viernes, 23 de septiembre de 2011

Los treinta primeros zurruscos

Se arrastraba el año 2004 cuando emigré por primera vez a la republica bananera. En mi cabeza dos ideas claras: tocar molla y no morir quemado en la hoguera por hereje. Dos conceptos muy importantes en la vida de un estudiante subversivo en el país de los súbditos.
Todo cambió. Mis creencias, mis valores y mi ADN mitocondrial cambiaron en un solo instante. Bajo un pequeño puente en la facultad de derecho de una universidad del norte de Italia lo vi por primera vez. Emergía como una gran bola de pelo que a simple vista no parecía saber ni defecar. Cargado como un mulo con todas sus pertenencias (dos camisetas rotas, unos pantalones de campana extra ajustados talla SSL, 10 kg de agua cebada en bloque, un bonito del norte de tres toneladas y media y 150 kg de turba para plantaciones de clima árido). Supe que era él. KEVLAR.

Quizás algunos conocíais como fue mi primer contacto con The Profet o quizás no, lo que seguramente no sabréis es que en breve nuestro venerado Kevlar cumplirá 30 zurruscos (de forma Humana ya que kevlar vive al margen de cualquier teoría o ley física). Y puesto que es un Outsider con pelo, no hay modo de poder celebrar junto a él su aniversario.

Podríamos intentar postular cual será su celebración. Tal vez descongele una arenque mutante de 200 kg comprado en el Aldi, intente comerlo crudo todo de un golpe y beba uno cubo de 15 litros de zumo de perejil y ortigas para acompañar. O tal vez viaje a Birmania a través de la red de alcantarillado con el único objetivo de ver qué tiempo hace allí, cambiar el agua al canario y volverse otra vez. ¿Quién sabe? Él es Kevlar y MOLA.

Por eso he decidido publicar a modo de homenaje y presente en el día de su onomástica un collage digital que sintetiza las diferentes características físicas psicológicas y oligofrénicas de su ser. Sé que por mucho que me esfuerce me faltaran imágenes conceptos e ideas para describir a THE PROFET. Y por eso pido perdón por anticipado al cosmos a Chuck Norris y a Edon Elorza. Ahí queda.


Vortex

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