Entonces, ¿qué demonios me estaba pasando? ¿A qué se
debía mi transformación sin causa aparente? Todo tiene una explicación lógica,
¿no? Entonces reflexioné, fui a la cocina, abrí el armario de los medicamentos
(algunos los guardan en el baño) ingerí el jarabe para la tos de camioner y
acto seguido encendí un cigar ruso sin filtro. Así entre calada y calada (al
estilo Conlon) y seguí los preceptos kevlarianos para encontrar respuesta a mi
transformación.
Las horas pasaban y más cigars me fumaba, pero la
respuesta no hallaba. Entonces mis oídos escucharon una canción que guardaba en
memoria: “La Conga de Gloria Estefan & Miami Sound Machine año 1984”. Esto
hizo de nuevo activar mi cuerpo y comprobar que el Grumo reaccionaba
recorriendo mis venas y arterias, haciéndose dueño de mis articulaciones,
dominando mis impulsos, y ¡Eureka! Hallé la respuesta. Aspire una última calada
al sexagésimo cigar y: “Cogito ergo
Grumo” “Homo Hominis Grumo”.
Sí amigos, todo somos Grumo. El hombre es grumo para
el hombre. Ya seas Lémur, Boyer, Inver, o el mismísimo 007, todos absolutamente
todos, somos Grumo. Vive dentro de nosotros desde el mismo instante en que
somos creados, germinados. No obstante dependiendo de la personalidad y
carácter del sujeto dicho líquido latente en nosotros se manifestara de una
forma u otra, adaptándose a las situaciones, evolucionando.
Desde el instante en que germinamos, el Grumo se
apodera de nosotros. Durante los primeros años de nuestras vidas éste permanece
latente, oculto, sin manifestarse. Pero llegados a una edad en la que nuestros
cuerpos empiezan a experimentar cambios fisiológicos, el Grumo se hace más y
más fuerte. Se activa y despierta de su estado “catatónico” para así llevar a
cabo su propósito, su finalidad máxima, la de controlar nuestros actos más
primarios y ser expulsado en distintas y variadas formas. Al fin y al cabo,
quiere dejar huella y nada ni nadie se resiste a ser cubierto por éste líquido.
Como dije antes el Grumo se comporta de diferente
forma o modo atendiendo al carácter y personalidad del sujeto. Yo distingo 2
grupos principalmente (si hay alguien que pueda aportar otro o más grupos estoy
abierto).
El primero corresponde a la estirpe de los llamados
Putos Amos o Machos Alfas en los que podríamos destacar a Brad Pitt, David “Loreal”
Beckham, Don Jonhson (en Corrupción en Miami), Michael Douglas, 007 etc… Éstos
nacieron con la capacidad de expulsar el Grumo sin esfuerzo, a diario (y varias
veces), controlándolo y siendo conscientes de que no se ven forzados a recurrir
al Mortis para calmar las ansias del elemento.
En cambio sí perteneces al segundo grupo, al del
común de los mortales, el reparto cuerpo a cuerpo supone un esfuerzo y astros
se deben alinear para llegar a culminar la tarea. Es por lo tanto normal dejar
chivato en la ropa interior, acartonándola como si de pana fuera (aun siendo de
otro material textil). Esto supone el pan nuestro de cada día, pero no temas,
el Grumo (al que algunos llaman Venom) hará contigo lo que quiera. Te perturbará
la mirada, moverá tu cuerpo como yoyó, hará que tu boca solo emita sonidos
guturales. Si esto es así, recurre al Mortis para apaciguar a la Bestia que
llevas dentro y, sí por un casual, los astros se han alineado y te han escogido
para que repartas amor con una fémina podrás demostrar (le) lo que llevas
dentro asombrándose de la expresión de amor culminada en: Big Bang Grumo y en
Geiser Grumo.