Es el año 28 de la era Kevlariana. El día... lo desconozco. Pongamos que es X. La hora... simplemente demasiado tarde.
De entre sombras sintéticas y vapores espesos surge the hard man, the lonely man, the onion man. Es el dueño del terreno que pisamos, por eso no se preocupa de lo que tiene alrededor. Le da lo mismo que sea hombre, mujer o rata. Sólo el calor le llama.
Acólitos y seguidores bailan a su son para llegar a ese nirvana al que el mesías consigue llegar cada pocos instantes. Sus ensoñaciones desatan la curiosidad de los infieles que no siguen sus credos, creándose así un mayor eco en el mundo mortal.

Movimientos heterodoxos para el público no conocedor y sonidos guturales que claman atención de los insulsos humanos sin fe que le rodean, acontecen en la negra noche de esta extraña era.
Hubo un tiempo en que el mundo estaba perdido, sin ilusión ni dirección. Pero ahora él ha llegado, es la nueva era. Es la era Kevlariana. Y este es el primero de muchos testimonios.
Bourbon